Estamos en plena campaña de venta de planes de pensiones. Los bancos comerciales tradicionales, se lanzan a ofrecer regalos gancho, ofertas pare traspasar planes desde otra entidad, etc.
Vaya, como cada año. Siguen vendiendo planes de pensiones con el argumento de la desgravación en el IRPF. La banca tradicional, sigue haciendo lo mismo de siempre, vender sin asesorar.
A mis clientes, yo siempre les planteo el ¿para qué un plan de jubilación?, para desgravar o para asegurarme un nivel de vida digno en mi vejez. No se debe perder de vista cual es el verdadero objetivo de mis ahorros. Este es un principio básico de la planificación financiera. En segundo término se debe estudiar la opción más ventajosa desde el punto de vista financiero y fiscal.
Actualmente, ya casi todo el mundo entiende que ahorrar para la jubilación es coherente con el escenario socio-económico más probable. Es relativamente fácil acceder a la información que demuestra que la burbuja demográfica estallará dentro de 15 a 20 años, cuando el “baby boom” empiece a jubilarse. Serán jubilaciones masivas. Lo más probable será que los gobiernos no lo permitan. Es decir, alargarán la vida laboral y reducirán la pensión pública para soportar el choque. Los datos están ahí, por todas partes y no voy a dedicarme aquí a enumerarlos.
Más bien lo que quiero publicar en este blog, son las diferentes maneras que existen para conseguir ese sueldo mensual de por vida que tanta falta nos hará.
Las alternativas son,
1.- Confiar en el Estado y vivir de la pensión pública y del patrimonio conseguido a lo largo de la vida.
2.- Pensar que con el Estado no será suficiente y plantear nuestro propio seguro de jubilación.
2.1.-Tener un Plan de Pensiones (PP)
2.2.-Tener un Plan Individual de Ahorro Sistemático (PIAS)
Si optamos por el primer caso, deberemos confiar mucho en nuestra capacidad para conseguir un patrimonio suficiente. La parte, digamos asegurada, que recibiremos en forma de pensión, será según todas las previsiones no más del 40-50% del sueldo. Para los autónomos, menos. Supongamos que en los años previos a la jubilación una persona está ingresando por rentas del trabajo unos 35.000 euros/año (algo más de 2.000 euros de paga) y ha conseguido un patrimonio de 150.000 euros.
Entonces se jubila y le queda una pensión de 900 euros. Evidentemente no la dará para continuar su ritmo de vida habitual, debe renunciar a bastantes cosas. Con todo, no tiene más remedio
que empezar a tirar de sus ahorros. Pues bien, en poco más de 5 años ya se ha fulminado la mitad de todos sus ahorros y es entonces cuando empieza el sufrimiento, la longevidad se convierte en un drama.
Entonces se jubila y le queda una pensión de 900 euros. Evidentemente no la dará para continuar su ritmo de vida habitual, debe renunciar a bastantes cosas. Con todo, no tiene más remedio
que empezar a tirar de sus ahorros. Pues bien, en poco más de 5 años ya se ha fulminado la mitad de todos sus ahorros y es entonces cuando empieza el sufrimiento, la longevidad se convierte en un drama.
Otra opción, es procurar que mis ahorros me proporcionen rentas. Supongamos un 4% anual. Conseguirá aguantar sólo 2 años más. Otra opción muy habitual es que con todo mi patrimonio me compro un inmueble y lo alquilo. Ello supone que he apostado todo a una carta. Si sale mal, (ciclo inmobiliario en crisis, morosidad, expropiación, aluminosis, etc) ya no podré recuperarme.
Además, muy probablemente, en unos 20 años existirá un exceso de oferta debido a la evolución demográfica. Pocas familias nuevas se formarán en comparación al parque de viviendas existentes. Sólo los inmuebles más atractivos para compradores extranjeros habrán sido un buen negocio.
Además, muy probablemente, en unos 20 años existirá un exceso de oferta debido a la evolución demográfica. Pocas familias nuevas se formarán en comparación al parque de viviendas existentes. Sólo los inmuebles más atractivos para compradores extranjeros habrán sido un buen negocio.
Si por el contrario se opta por un seguro contra la miseria, es decir un plan de jubilación que me asegure rentas vitalicias, tengo varias maneras pero básicamente me centraré en dos opciones. El conocido y ámpliamente comercializado Plan de Pensiones o el poco conocido PIAS figuras igualmente tipificadas por el Ministerio de Hacienda. Pero tienen diferencias. En la siguiente tabla se muestran las principales diferencias.
Plan de Pensiones
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PIAS
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Desgrava IRPF en fase de aportación, hasta 10.000
– 12.500 euros o 30%-50% de la base imponible según la edad. |
No desgrava en fase de aportación.
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Tributa por la peor fiscalidad existente cuando se percibe (Rentas del Trabajo hasta un 56%). Es decir que fiscalmente únicamente devenga el pago.
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Si tiene una antigüedad > 10 años, está exento de tributación, si se percibe como renta vitalicia, y con una reducción de hasta el 40%. Tributa por Rentas del Ahorro (hasta un 27%) si se rescata en forma de capital.
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No se puede rescatar hasta la edad oficial de jubilación, salvo supuestos de paro, enfermedad grave, embargo vivienda.
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Se puede rescatar total o parcialmente en cualquier momento. Antes o después de la edad oficial.
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Se puede traspasar a otras entidades o gestoras sin penalización.
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Aportación máxima de 8.000 e/año y 240.000 euros en total
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Para la mayoría de la población es más favorable fiscalmente un PIAS que un PP. Únicamente para rentas altas tiene sentido el devengo del impuesto, recomendando para estos casos ahorrar para mitigar el efecto fiscal en el momento de la percepción. Además la liquidez absoluta del PIAS proporciona mayor tranquilidad para el ahorrador que lo puede ver como un plan de ahorro, del que echar mano en un momento de necesidad.
Como conclusión, no es tan sencillo prepararse bien para este más que evidente problema. Cada persona debe estudiar cual es su mejor opción, teniendo en cuenta su perfil de renta,
patrimonio o edad.
patrimonio o edad.
Si somos capaces de dejarnos asesorar a la hora de comprar una lavadora, parece muy razonable dejarse también asesorar para algo mucho más importante. ¿No creen?