España se encuentra en una profunda recesión. Recesión que ha sido mucho más benévola para la mayoría de los países de la UE y los Estados miembros de la OCDE. Muchos expertos han afirmado que este problema se ha originado principalmente por la ruptura de la burbuja inmobiliaria y de un rígido mercado de trabajo protegido que ha sido un lastre permanente para la competitividad. Sin embargo, la falta de solvencia de las empresas ha tenido unos efectos aún más destructivos, tanto en el pasado como en el presente, en la economía española, algo en lo que muchos expertos y analistas no han reparado.
En esta crisis, existen múltiples factores que afectan en mayor o menor grado a diferentes industrias, sectores, empresas y actividades económicas.
Sin embargo, hay una causa común que afecta a todos, ya sean grandes o pequeños, y que es la falta de flujo de efectivo. El flujo de caja es la sangre vital de un negocio y la economía. La falta de un buen flujo causa graves problemas en toda la actividad económica y comercial. Atrofia el crecimiento, restringe el comercio y es un obstáculo importante para la competitividad.
La falta de flujo de efectivo puede ser causada por muchos factores, pero para la mayoría de las empresas, los retrasos en los cobros de deudas de sus clientes son las primeras indicadas. Cuanto más largo es el ciclo de cobro, mayor es la debilidad de solvencia por lo que mientras tanto la empresa tiene que financiar sus propios compromisos mediante otros recursos.
El promedio de pagos del sector público en Europa es de 67 días. En España los retrasos en el pago en el sector público de entre 200 a 365 días son una característica común y más de 120 días en determinadas sectores en el sector privado.

Esta situación no es nueva y genera una desventaja crónica para hacer negocios en España. Sin embargo, en épocas mejores las empresas podían recurrir a sus bancos y obtener una
financiación para sus deudas comerciales. Para empeorar el entorno, la financiación bancaria de los cobros de los clientes se ha paralizado desde comienzos del 2.009. Si bien esto también ha ocurrido en las otras grandes economías, la solvencia de las empresas españolas ya estaba más débil por lo que el golpe ha sido aún más duro.
La crónica falta de la solvencia empresarial es una de las principales desventajas competitivas a las que se enfrentan las empresas españolas y su talón de Aquiles.
Una vez centrado el problema, veamos cuáles podrían ser las soluciones. Yo clasifico estas soluciones en dos grupos. Por un lado están las soluciones externas, las que dependen de terceros, políticos y entidades financieras. En el segundo grupo tenemos las soluciones internas, las que dependen de los propios afectados, las PYMEs y empresarios en general.
La falta de un buen flujo causa graves problemas en toda la actividad económica y comercial. Sin embargo, rara vez ocupa el centro del escenario y normalmente es un tema de debate en foros especializados restringidos y de campañas por parte de las asociaciones sectoriales. Esto puede ser debido a la falta de comprensión por parte de muchos responsables de política económica y de los expertos, más acostumbrados a los debates de política macroeconómica, que de principios microeconómicos y su efecto sobre las empresas individuales.
Existe una cultura de
demora en el sector público y que se propaga al privado, sobre los pagos de
proveedores. Las facturas de proveedores se procesan a través de sus sistemas internos y se paga cuando sus sistemas lo deciden, independientemente de las condiciones de pago establecidas.
Por otro lado, la crisis financiera ha azotado a la totalidad de las banca comercial occidental, europea y también a la española, si excepción. Toda la banca, cuyo negocio se basa precisamente en la intermediación financiera, está viendo mermados sus cuentas de explotación año a año, trimestre a trimestre, sin tregua alguna desde 2.007.
Esta merma se debe al proceso de desapalancamiento financiero al que se ve abocado y que se prolongará hasta finales de esta década.
Recogiendo las palabras de Jordi Molins (inversor institucional) en el programa de TV3 “Singulars”, en lo que respecta a la financiación del tejido empresarial, “…los bancos ni están ni se les espera”.
Nos quedan las soluciones internas. Siempre desde el punto de vista financiero. Pues bien, el empresario, el emprendedor, debe ahora más que nunca, buscar estrategias que le aporten una mayor independencia financiera. ¿Cómo?. Pues aplicando herramientas de planificación financiera a medio y largo plazo.
En primer lugar se debería analizar la estructura financiera de la empresa. Conocer como se configura el pasivo, tanto a corto como a largo plazo.
En segundo lugar, se debería trazar un plan que nos llevara a aumentar la solvencia de nuestro negocio, creando un fondo de maniobra suficiente para evitar la iliquidez por falta de flujo de efectivo, en el futuro.
La estructura financiera óptima es aquella que maximiza el valor de la empresa y minimiza el coste de capital.
Veamos un ejemplo práctico de cómo crear un fondo de maniobra de forma gradual aplicando el método del “dollar cost averaging”. Consiste en trazar un plan de inversión periódica en un horizonte temporal determinado para alcanzar un capital final objetivo. Este capital, formará parte del activo de la empresa reforzando su nivel de solvencia. Nosotros lo llamaremos P.A.C. (Plan de Acumulación de Capital).Para que el P.A.C. funcione debe utilizarse un activo que intrínsecamente implique una revalorización positiva a medio y largo plazo.

Utilizamos el MSCI WORLD o índice que representa a la renta variable mundial. De hecho, representa al progreso mundial, el único activo que sabemos a ciencia cierta que siempre se revaloriza. Porque el Mundo siempre progresa, nunca regresa a medio o largo plazo.Supongamos un pequeño empresario de la hostelería que durante el periodo de expansión económica 2.003-2.008, planteó un P.A.C. MSCI WORLD para la creación de un colchón financiero, para protegerse frente a eventualidades o variaciones en el ciclo económico. Destinó 1.000 euros cada mes de sus excedentes de liquidez. Así, invirtiendo esta cantidad en fondos de inversión que replican el MSCI WORLD, obtuvo una rentabilidad anual compuesta del 11,8% (datos reales). Destinando un total de 60.000 euros (en lugar de comprarse dos coches de alta gama, se compró sólo uno en estos cinco años). Pues en el 2.008, habría acumulado 80.753. Dinero que buena falta le haría sólo unos meses después.

Esta cantidad se puede extrapolar a cualquier otro montante dependiendo del tamaño de cada negocio. Si se establece este procedimiento de modo sistemático a lo largo de la vida de la empresa, la utilidad de la herramienta aumenta espectacularmente a medida que pasa el tiempo.
La utilización sistemática de una herramienta tan poderosa como es el P.A.C. financiero “dollar cost averaging”, como parte de la planificación financiera de la empresa, nos lleva a aumentar su solvencia e incluso a la independencia financiera a medio y largo plazo.