Es el indicador más importante por su relevancia en la salud financiera familiar. Nos cuantifica los años de independencia financiera que hemos alcanzado en un momento dado. Es decir, los años que nuestro patrimonio total neto nos permitirían vivir con el actual tren de vida. Cualquier persona debería intentar alcanzar una libertad financiera de 20 años en el año de su jubilación.
La fórmula de cálculo es:
Para su cálculo se pueden hacer algunos matices. Por ejemplo, podemos incluir o no en el Patrimonio Neto, el valor de la vivienda habitual. Yo no lo haría porque en algún sitio se debe vivir, aunque siempre podríamos generar unas rentas mediante la contratación de una hipoteca inversa en la última fase de nuestra jubilación.
Las rentas pasivas pueden ser tanto la pensión pública de jubilación, como otras rentas de activos financieros o inmobiliarios (pensión privada, dividendos, alquileres). Se consideran en la fórmula como un menor gasto. En España se da una circunstancia que ayuda algo mitigar la cantidad necesaria para alcanzar la libertad financiera y es que la gran mayoría tiene la vivienda en régimen de propiedad . Entonces cuando se alcanza la jubilación, se tiene que hacer frente a un menor gasto fijo obligatorio respecto a los que han vivido de alquiler y seguirá viviendo de alquiler durante la jubilación.
Cualquier persona trabajadora puede alcanzar la independencia financiera fácilmente si empieza desde el inicio de su etapa activa a implementar los preceptos de la planificación financiera familiar. Por desgracia nuestro país es de los más atrasados de Europa en este aspecto. La gran mayoría vivirá una jubilación con un nivel de vida muy inferior a la que habrá disfrutado en su etapa activa, por modesta que haya sido.
La realidad es que la riqueza neta financiera (patrimonio neto) media en España alcanza un 187% de la renta bruta disponible, lo que significa apenas 3 años de libertad financiera sin incluir la pensión pública.